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El modelo sistémico, sin duda el marco conceptual más extendido en la TERAPIA FAMILIAR Y DE PAREJAS, ha llegado a ser en los últimos años uno de los modelos de más popularidad no sólo entre los psicoterapeutas sino también en el campo del bienestar social, las organizaciones y redes sociales, la salud y el ámbito escolar. Su campo de aplicación característico, el trabajo con las parejas y  familias, se sitúa en el centro de la vida social. Pocas cosas ocurren con independencia de la familia, en sus múltiples y renovadas formas, entendida como grupo socio-afectivo primario. 

La terapia familiar y de parejas, se distingue de la intervención psicológica, porque su unidad de análisis es el sistema familiar y no un individuo ni la persona sola. En efecto, sus bases conceptuales no son ni la personalidad y sus rasgos, ni la conducta individual, sino el sistema familiar como un todo, como un organismo estructurado e interdependiente que se comunica con unas pautas de interacción, y en las que el individuo sólo es uno de sus componentes, su valor tiene que ver con la función y posición en el sistema. Los síntomas, desde esta perspectiva son vistos como parte de este patrón comunicacional, y por tanto una característica del sistema y no únicamente del que lo sufre. Por tanto, se tiende a trabajar con toda la familia y orientar la intervención al alterar los patrones de interacción familiar en los que el síntoma cobraba su sentido. 

El paciente deja de ser objeto de la intervención y también el terapeuta, puesto que se suele trabajar en equipo. La relación terapéutica, el eje de la psicoterapia para algunos modelos, no es ya algo que ocurre entre terapeuta y cliente, sino entre un equipo y una familia.

Por tanto, desde esta perspectiva, se concibe a la familia como un sistema, conjunto de elementos cuya suma genera un resultado mayor a la simple adición de cada uno de ellos, naciendo de su interacción nuevos elementos, propiedades y características. 

Para la perspectiva sistémica el comportamiento y estado de uno de los componentes de la familia no puede entenderse separadamente del sistema, influyendo el sistema en cada individuo y viceversa. La familia sería un sistema abierto, receptor de información proveniente del medio, viéndose afectada por el entorno y intercambiando información con él de cara a poder adaptarse y subsistir. Cada uno de los miembros se ve, pues, afectado por el medio.